(Des)propósitos

thinking

Hay muchos instantes que me recuerdan mi aversión por ciertas tradiciones pero hay uno, especialmente uno, que me hace pensar que llevo 33 años pasándomelas por el forro de los caprichos: fin de año y todo lo que conlleva. Cenar opíparamente, comerme las uvas o doce unidades de cualquier otra cosa, felicitar el año a familiares, amigos, conocidos y hasta al chino que hay debajo de tu casa (que qué culpa tendrá él, que lo celebra en otro momento), emborracharse como si lo decretara el BOE y, lo más importante, pronunciar tus propósitos de cara al próximo año.

Todos los años, el día 31 ocurre lo mismo, y todos los años entro en un estado profundo de asocialidad. No me puedo librar de lo primero, el resto procuro evitarlo en la medida de lo posible y casi mi mayor «orgullo» es que jamás me he comido las uvas ni me he propuesto vanas promesas para el año que viene. Supongo que tendrá que ver con mi falta de fe y con que no me gusta planear el futuro, porque me queda muy lejos, porque mis decisiones conllevan largos procesos de reflexión con fases de volubilidad, porque soy realista y sé que no los voy a cumplir.

Nunca he podido dejar de fumar y tampoco puedo decir que voy a beber menos porque de ser así sería abstemia; tampoco he dicho de apuntarme a un gimnasio porque me deprime verme con un chándal; sobre ponerme a régimen… eso ya para mí es un hábito porque siempre me han sobrado kilos y siempre me pongo por salud, pero hay mil y una vicisitudes que me funden el plan, además de sentir un placer inigualable comiendo. Sí, son disculpas tontas, tan tontas como plantearse siempre lo mismo y esperar un resultado diferente cada año.

Ya, ya sé que hay muchos propósitos que hacerse más allá de los tópicos pero ¿qué os da el año nuevo para lanzaros a hacerse promesas difíciles de cumplir? ¿No hay otro momento? Está tan sobado el 1 de enero como día oficial de los propósitos que no estaría mal proponerse qué hacer en otro momento, en plazos más pequeños y razonables, que no resultaran tan vertiginosos y sí más asequibles: quizás serían propósitos más auténticos y reales.

[Imagen: observando]

Hace unos días se me ocurrió y le propuse la idea a @pixelillo. Le pareció bien, así que hemos decidido que, al menos una vez al mes, vamos a escribir cada uno en su blog de algún tema elegido por nuestro timeline o gente de Facebook. Así seguiremos dandoles algo de vidilla. Cada uno en el suyo. Yo por aquí y Alberto en Diario de un Píxel. Si te gusta la iniciativa, estás invitado. Sigue el hashtag #melofollocuandoquiero y verás quiénes estamos y cuál es el tema de este mes.

Esta entrada fue publicada el 03/01/2014 a las 10:00. Se guardó como #melofollocuandoquiero, Reflexiones y etiquetado como , . Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

Un pensamiento en “(Des)propósitos

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